29-May-2025
Las aves antiguas anidaban en las regiones árticas durante el Cretácico, mucho antes que sus descendientes modernos
American Association for the Advancement of Science (AAAS)Peer-Reviewed Publication
Una colección de fósiles descubiertos en el norte de Alaska demuestra que las aves anidaban en los hostiles entornos árticos hace ya 72,8 millones de años. El conjunto de fósiles, hallado en la Formación Prince Creek del Cretácico Superior en Alaska, incluye un grupo diverso de aves ornitúricas —parientes de especies modernas— junto con restos poco comunes de embriones y polluelos. Estos hallazgos sugieren que algunas de las primeras aves modernas ya se habían adaptado a las condiciones estacionales extremas del Ártico antiguo, lo que ofrece nuevos conocimientos sobre cómo las aves modernas llegaron a prosperar en los ecosistemas polares. La reproducción en los ecosistemas polares presenta tanto oportunidades como retos formidables para más de 250 especies de aves modernas. Algunas, como el charrán ártico, realizan migraciones extremas entre los polos, mientras que otras, como la perdiz nival de Svalbard, permanecen todo el año en el Ártico, soportando inviernos duros y una oscuridad prolongada. Las aves anidan en estos entornos hostiles para aprovechar los veranos cortos pero muy productivos, que ofrecen abundante alimento y luz solar continua con un riesgo reducido de depredación. A pesar de constituir una pequeña fracción de la diversidad mundial de aves, las poblaciones de aves árticas pueden ser inmensas y desempeñar funciones ecológicas cruciales. Comprender cómo llegaron las aves a ocupar estos hábitats es clave para entender la evolución y el funcionamiento de los ecosistemas polares. Sin embargo, los fósiles de aves de las regiones polares, en particular los que representan los primeros linajes, son escasos.
En esta ocasión, Lauren Wilson y sus colegas describen un rico conjunto de fósiles de aves de la Formación Prince Creek, del Cretácico Superior del norte de Alaska, que data de hace unos 72,8 millones de años y se encuentra cerca del antiguo Polo Norte. Entre los fósiles se incluyen una gran variedad de aves ornitúrinas, entre ellas Ichthyornithes, Hesperornithes y las primeras aves modernas, Neornithes. Además, Wilson y su equipo identificaron restos perinatales (embriones o polluelos) excepcionalmente bien conservados dentro del conjunto, lo que supone la prueba más antigua conocida de nidificación de aves en un ecosistema polar. Según los autores, varias características esqueléticas, como las mandíbulas sin dientes, las estructuras coracoides especializadas y los huesos de las patas fusionados, sugieren que algunos especímenes podrían pertenecer al grupo terminal de las aves modernas, posiblemente emparentadas con las primeras aves acuáticas. A diferencia de las aves enantiornithines, de desarrollo más lento, que parecen estar ausentes en estas latitudes altas, y de los dinosaurios adaptados al clima polar con los que coexistían, los autores sostienen que las ornithurines estaban mejor adaptadas para hibernar o migrar, lo que pudo haberles ayudado a sobrevivir a la extinción del Cretácico y a diversificarse posteriormente en las aves modernas.
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