Según un nuevo estudio, los investigadores han descubierto que los hombres y las mujeres que viven con el VIH presentan diferencias en las características del reservorio viral. Los resultados, basados en un análisis de 65 personas que reciben terapia antirretroviral, sugieren que el sistema inmunitario femenino puede ejercer una presión selectiva sobre las células portadoras del VIH de forma más eficaz que el masculino. La terapia antirretroviral se ha convertido en una opción que salva la vida de los 39 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo. Sin embargo, el virus puede retirarse y esconderse en ciertos tipos de células T, y no hay tratamientos que puedan eliminar este reservorio. Las mujeres representan más de la mitad de todas las personas que viven con el VIH en todo el mundo, pero hay muy pocos estudios sobre cómo interactúa su sistema inmunitario con el reservorio viral. La mayoría de los estudios sobre el reservorio del VIH se basan en participantes masculinos y los ensayos clínicos de nuevas terapias también reclutan principalmente a hombres. Para subsanar este vacío, Toong Tan y sus colegas examinaron el reservorio del VIH en 30 mujeres y 35 hombres que recibieron terapia antirretroviral durante 20 años. Analizaron más de 4000 genomas de provirus, la forma del VIH que se integra en el ADN de la célula huésped. En general, las mujeres mostraron un reservorio genéticamente menos complejo de provirus del VIH. En comparación con los hombres, las secuencias provirales en las mujeres tendían a integrarse con mayor frecuencia en áreas del genoma humano que bloquearían la replicación viral. Además, un análisis de las células inmunitarias innatas sugirió que las mujeres albergaban más células asesinas naturales con la capacidad de suprimir el reservorio. «Nuestro estudio refuerza la importancia de tener en cuenta el sexo en el diseño y la aplicación de intervenciones médicas dirigidas a la curación y sugiere que las mujeres pueden ser mejores candidatas para explorar estrategias dependientes de la inmunidad innata», concluyen Tan y su equipo.